lunes, 16 de noviembre de 2020

multiplicador keynesiano



 El multiplicador keynesiano de la inversión indica que un aumento del gasto en inversión termina provocando un aumento multiplicado de la producción y de la renta. En principio, la idea base del multiplicador es que la inversión puede aumentar sin que el ahorro lo haga previamente: la inversión multiplica la renta lo suficiente como para aumentar el ahorro que autofinancie la inversión.

Muchos liberales rechazan por absurdo el multiplicador, pero no deberían. El multiplicador multiplica siempre el gasto y, en presencia de recursos ociosos, puede multiplicar no sólo la producción sino también el empleo. Ahora bien, en contra de lo que decía Keynes, el multiplicador no niega la relación clásica entre ahorro e inversión: un mundo con abundantes recursos ociosos es un mundo donde el volumen de ahorro es muy elevado (si no lo fuera, los recursos no estarían ociosos, sino que se estarían consumiendo). Lo que sucede es que se trata de un ahorro materializado en liquidez (atesoramiento o desapalancamiento).
Lo que Keynes reclama con el multiplicador, por tanto, es que ese ahorro líquido se transforme en inversión ilíquida (ahorro a corto plazo en forma de inversión a largo plazo). Y ahí creo que sí podemos atacarlo, con bastante razón, debido a las descoordinaciones intertemporales que provoca su multiplicador de la inversión.
Ahora bien, en un mundo con recursos ociosos y abundantes saldos líquidos de tesorería sí sería posible (no descoordinador) multiplicadores de la inversión que tomaran la forma de inversiones autoliquidables: es decir, financiación de la producción a corto plazo de bienes de consumo en alta demanda. Aquí es donde entra la Doctrina de las Letras Reales y, también, donde entran las críticas de Antal Fekete a propósito de que el abandono del patrón oro (y la aniquilación de un sistema financiero habituado al descuento de letras autoliquidables) provocó la destrucción del fondo de salarios que permitía recolocar con rapidez a una gran cantidad de desempleados incluso en medio de una recesión. En el fondo, lo que está proponiendo Fekete no es más que la focalización del multiplicador keynesiano de la inversión en forma de inversiones autoliquidables: por muy outsider que a muchos pueda parecerles, en realidad es coger el mainstream y aplicarle una cierta dosis de sensatez y prudencia financiera.

 



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